Día Mundial de la Poesía: versos «bravos» de García Lorca, Machado, Alberti…

El diario ABC de España (www.abc.es) entrega este interesante artículo:

No hay duda de que los toros son un hecho cultural. La Fiesta ha sido manantial de inspiración para pintores, escultores, novelistas, poetas… «Desde el poema al conde Fernán González, compuesto por el año 1250, hasta nuestros poetas de hoy, el tema taurino, tan español, con su vertiente popular subrayado paladinamente, incide en el subosconciente de estos», se señala en «Historia de la Tauromaquia».

Hoy, en el declarado Día Mundial de la Poesía, recordamos versos taurinos inolvidables de grandes como García Lorca, Miguel Hernández, Alberti o Villalón que han cantado al toro y al torero, a la vida y a la muerte. Pasen y lean:

MANUEL MACHADO:

Una nota de clarín,

desgarrada

penetrante,

rompe el aire con vibrante puñalada…

Da principio el primer espectáculo.

 

FERNANDO VILLALÓN:

Plaza de piedra de Ronda,

la de toreros machos:

pide tu balconería

una carmen cada palco;

un Romero cada toro,

un Maestrante a caballo

y dos bandidos que pidan

la llave con sus retacos.

Plaza de piedra de Ronda,

la de los toreros machos.

GARCÍA LORCA:

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,

que no quiero ver la sangre

de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par.

Caballo de nubes quietas,

y la plaza gris del sueño

con sauces en las barreras.

¡Que no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema.

¡Avisad a los jazmines

con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo

pasaba su triste lengua

sobre un hocico de sangres

derramadas en la arena,

y los toros de Guisando,

casi muerte y casi piedra,

mugieron como dos siglos

hartos de pisar la tierra.

 

MIGUEL HERNÁNDEZ:

Como el toro he nacido para el luto

y el dolor, como el toro estoy marcado

por un hierro infernal en el costado

y por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto

todo mi corazón desmesurado,

y del rostro del beso enamorado,

como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me crezco en el castigo,

la lengua en corazón tengo bañada

y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,

y dejas mi deseo en una espada,

como el toro burlado, como el toro.

 

RAFAEL ALBERTI:

De sombra, sol y muerte, volandera

grana zumbando, el ruedo gira herido

por un clarín de sangre azul torera.

Abanicos de aplausos, en bandadas,

descienden, giradores, del tendido,

la ronda a coronar de los espadas.

Se hace añicos el aire, y violento,

un mar por media luna gris mandado

prende fuego a un farol que apaga el viento.

¡Buen caballito de los toros, vuela,

sin más jinete de oro y plata, al prado

de tu gloria de azúcar y canela!

 

GERARDO DIEGO:

Entre un temporal deshecho

la gruesa nave embestía.

Al pasar por el estrecho

la plaza se estremecía.

Tú erguido, firme, derecho,

faro en tu roca vigía,

larga el brazo, álzate al techo,

rompa la espuma bravía.

Y allá va el pase de pecho.