Para que lo sepa El Colombiano: ¡es la economía!

Un evento que de seguro estaría a sus anchas en Medellín, fue prohibido en Cartagena: el congreso de pornografía llamado Latin America Adult Business Expo.

El diario paisa conservador El Colombiano se vino lanza en ristre contra la decisión, asombrándose de cómo iba a ser posible que en una ciudad donde pulula la prostitución, se vengan a escamar por el evento de una industria para adultos.

En un artículo titulado “Cartagena; invadida de prostitución y escandalizada por una feria de la industria porno”, se cuestiona una doble moral de las autoridades de La Heroica, en un recorrido nocturno por la plaza de los Coches, plagada de meretrices.

Dándoselas de “open mind”, el rotativo godo antioqueño olvida unos detalles de la doble moral de este mundo que nos toca vivir.

La decisión no se basa en mojigaterías ni preceptos morales, sino en la economía de la ciudad. Se trata de definir y preservar un tipo de destino turístico, para el que se ha trabajado desde hace muchos años: vacaciones, playa, historia, cruceros, convenciones, música, cultura. Una oferta esmerada, donde la industria porno irrumpe como avispón en pastel: a posarse sobre la cereza.

Si Cartagena permite que se comience a afianzar una imagen de destino sexual, perderá la competitividad ganada en otros segmentos de la industria turística.

Pero El Colombiano se preocupa por la prostitución pululante en Cartagena de Indias. En la crónica se omite que buena parte de ese problema actual tiene un origen en las montañas antioqueñas. Hay un segmento de turistas paisas, especializados en venir a Cartagena a ensuciar nuestras playas, emborracharse, consumir perico y… ¡y pagar putas! (a veces, pagar por sexo con menores).- En otras palabras, las putas tienen clientes locales, extranjeros y muchos, muchos paisas. Son parte del problema.

En cuanto a la oferta, hay putas locales, barranquilleras, venezolanas y… putas paisas.

Entonces, la doble moral es ver la paja en el ojo ajeno, y criticar una decisión basados en una óptica equivocada: no es por la moral, ni por la doble moral (entre ellas la doble moral paisa), sino –tal como lo dijo Clinton- ¡es la economía, idiota, es la economía!