Concejo de Cartagena al borde del nocáut – Crónica política de John Zamora

Por John Zamora (Director Revista Zetta).- El Concejo de Cartagena enfrenta la peor crisis en su historia, con una imagen hecha añicos y un reducido margen de maniobrabilidad política por cuenta del creciente escándalo por la elección de la contralora distrital, como principal detonante, amén de otras batallas, que lo tienen contra las cuerdas, “groggy” y al borde del nocaut.

El momento del peor error: elección Nubia Fontalvo cono Contralora Distrital.

Los actuales cabildantes, con apenas 21 meses de gestión, regresan el 1 de octubre a sesiones ordinarias, y lo que veremos serán caras largas, de honda preocupación por la espada de Damocles que representa el llamado de la Fiscalía a 8 concejales y un exconcejal a quienes les imputará el delito de cohecho propio, con el riesgo latente de afrontar una medida de aseguramiento intramural –ir tras las rejas- en la audiencia prevista para el 24 de octubre.

A Jorge Alfonso Useche Correa, quien ya está preso, se le unen en la acción de la Fiscalía sus colegas Angélica María Hodeg Durango, Edgar Elías Mendoza Saleme, Erich Nijinsky Piña Féliz, Américo Mendoza Quessep, Javier Wadi Curi Osorio, Antonio Salim Guerra Torres, Duvinia Torres Cohen, Luis Javier Cassiani Valiente y el exconcejal Zaith Carmelo Adechine Carrillo.

En lo jurídico, el proceso deviene de la polémica elección de la contralora distrital Nubia Fontalvo, anulada tiempo después en primera instancia por el Tribunal Administrativo de Bolívar. En lo político, por la torpeza de elegir a alguien que no tenía ninguna representatividad política y que se convirtió en florero de último momento para denotar fortaleza en el pulso de dos bandos en el Concejo.

Mesa Directiva 2016.

Las denuncias por amaños en esa elección motivaron la acción de la Fiscalía, y hace un par de meses nos vinimos a enterar de las grabaciones hechas a varios celulares desde enero de 2016, como el del concejal Useche. Esto terminó, bien sabemos, en la actual medida de aseguramiento que pesa sobre el alcalde Manolo Duque, su primo hermano José Julián Vásquez, la contralora Fontalvo y el concejal Useche.

Desde la detención de estas personas hace dos meses, los concejales solo han tenido ansiedad e incertidumbre sobre su situación con la Fiscalía. De cuando en vez, los asaltaba el rumor de una masiva captura. Algunos pasaron más de una noche, solos, en algún anónimo hotel. Otros desconectaron sus celulares. Incluso, cambiaron de número. Las conversaciones de los que en algún momento contestaban, se redujeron a musitar monosilábicos, ante el temor de estar siendo grabados. Es más, como si fuera un tácito pacto colectivo, nadie más volvió a pronunciar la palabra “libro”, un sustantivo que solo puede elevar la categoría de una sociedad pero que en Cartagena quedó atado al recuerdo de las grabaciones de Useche.

 

Un mal fario

Jorge Useche, el de los históricos audios y los «libros».

El mal fario de este Concejo viene atado al mismo proceso electoral de 2015, salpicado de sospechas de compra de votos y de registradores. Por allí comenzaron las pesquisas de la Fiscalía, que más adelante se toparon –sin querer, queriendo- con Useche, la contralora y José Julián Vásquez, el “primer hermano” del Distrito.

Lo de la contralora nació mal, como el coro de Willie Colón: palo que nace doblao, jamás su tronco endereza. Un mal proceso selectivo, una elección tumbada por una tutela, y una segunda elección cuestionada, amén de una gestión discretísima.

Si la imagen de los políticos en general es cuestionada; si la del Congreso es controvertida; si la de los partidos políticos es nublada, pues la del Concejo de Cartagena no podía ser distinta. Lo ocurrido en las elecciones y en enero de 2016, mantuvo esa sombra.

Un conato de trompadas entre César Pión y el entonces presidente Javier Curi revivió épocas en las que los concejales dirimían asuntos lejos de la civilidad.

No obstante, por más que adelantaran debates, presentaran propuestas, radicaran proyectos o efectuaran audiencias públicas, cada nuevo golpe resquebrajaba aún más la imagen, pero no alcanzaba para arrinconarlos políticamente. Es decir, los concejales podían “guapear”.

Zaith Adechine, el primer descabezado por el Consejo de Estado.

El siguiente golpe a su imagen fue la decisión en primera instancia de la Procuraduría de suspender a la gran mayoría, entre seis y doce meses. ¿El motivo? La elección de la contralora, por supuesto.

Más adelante vino la anulación de la credencial de Zaith Adechine por parte del Concejo de Estado, lo que propició el ingreso de Rodrigo Reyes, quien sostuvo un acalorado debate en octubre anterior con Jorge Useche en la disputa de una curul.

Por doble militancia, le fue anulada la credencial a Ronald Fortich, también por decisión del Consejo de Estado. Allí ingreso Judith Díaz.

Las salidas de Adechine y Fortich confirmaron lo accidentado que estaba resultando el ejercicio político desde el Concejo, y eso que no había llegado ni siquiera a la mitad del periodo.

En noviembre vino el escándalo que hasta ese momento era el más sonoro: la captura de Jorge Useche por un presunto delito electoral, junto con su tío, dos registradores, un escrutador y un abogado. La Fiscalía dijo que una curul podría haber costado más de $150 millones. Antes de navidad, el concejal Useche recuperó la libertad.

Carlos Barrios: Quítate tú, pa ponerme yo.

La otra circunstancia que contribuyó a accidentar aun más la situación en el Concejo fue la enconada disputa por la cuarta curul de Cambio Radical, entre Carlos Barrios y Wilson Toncel.

Barrios había sido director del Fondo de Pensiones y la Contraloría de Nubia Fontalvo lo vino a sancionar. Eso ocasionó una “inhabilidad sobreviniente” y perdió la curul. Entró Toncel pero Barrios se defendió. Desde entonces fallos van, tutelas vienen, en una versión criolla del famoso tema de la Fania: «Quítate tú, pa’ ponerme yo». La discusión jurídica será válida para defender las posiciones de cada cual, pero el desmedro en la imagen del Concejo ya era antológico.

 

Llega la “mala”

Erich Piña: en los audios dice «no tengo ni idea, no sé de qué me hablas».

No obstante, el Concejo mantenía un amplio margen de maniobrabilidad política que le daba para pedir renuncias de secretarios como la de Planeación, o inquirir duramente a otros funcionarios, o participar en discusiones cívicas como las Marinas.

El 27 de abril colapsó el edificio Portal de Blas de Lezo II y sobre sus escombros comenzó la caída de Manolo Duque como alcalde. Vino la suspensión de la Procuraduría y el que estaba en la “mala” era el jefe de Primero la Gente.

Pero llegó el 2 de agosto y todo cambió para el Concejo. El CTI de la Fiscalía capturó a Manolo, José Julián, Nubia y Useche por la elección de la contralora. En las audiencias de legalización de captura, imputación y medida de aseguramiento, se destaparon los más famosos audios de nuestra historia política, que terminaron de aniquilar la imagen del Concejo.

El próximo 24 de octubre deberán acudir a la audiencia de imputación por el delito de cohecho propio. Por más que la defensa termine siendo exitosa, el prestigio será una especie extinta para el Concejo en general, incluso para los que no están cobijados en la investigación.

 

La renuncia es la salida

Duvinia Torres.

Con el alcalde suspendido y preso; la contralora presa y su elección anulada en primera instancia; con un concejal preso y otros 9 con riesgo de ir tras las rejas; con un alcalde encargado no se sabe hasta cuándo; con un movimiento incapaz de presentar ni terna ni alternativas políticas; con unas investigaciones penales que se podrían extender a la Personería y a los Tribunales; y con un revanchismo exacerbado de sectores recalcitrantes, Cartagena de Indias atraviesa el peor momento institucional de su historia.

He insistido (y fui el primero en hacerlo, señores del Consejo Gremial) que la renuncia del alcalde Manolo es la única salida verdadera, como consecuencia de una situación política irreversible, y no como una aceptación tácita de responsabilidad, como algunos miopes han querido hacerle ver. Si las urnas definieron un camino, las mismas urnas deben rectificarlo. Es lo único legítimo.

Renunciar también debe ser un imperativo para Nubia Fontalvo. Y la renuncia también es una salida para los concejales implicados. Las personas pasan y las instituciones quedan. Es entendible que toda persona quiera salvar su pellejo, pero la salud institucional de la ciudad amerita ese paso al costado, y permitir que nos oxigenemos, que pasemos la página y que rectifiquemos el rumbo.

En el boxeo, cuando la andanada de golpes es inclemente, cuando estás al borde del nocáut, lo mejor es tirar la toalla antes de besar la lona; si la “esquina” no lo hace, entonces el tercer hombre en el cuadrilátero debe parar la pelea… pero…
¿Quién le hace entender esto a Manolo, a Nubia y a los concejales?

Javier Curi Osorio, presidente del Concejo 2016.

Angélica María Hodeg Durango, el partido Verde le suspendió la militancia.

Edgar Mendoza Saleme.

Ronald Fortich, descabezado por doble militancia.

Antonio Salim Guerra.

 

Luis Cassiani, en el ojo del huracán.