¡Basta ya. Actuemos! – Opinión de Germán Viana Guerrero

Por Germán Viana Guerrero (Especial para Revista Zetta).- Como es de todos sabido, la ciudad de Cartagena, una vez más , como ha venido sucediendo en los últimos años, vuelve a vivir una situación política muy grave: el pueblo cartagenero debe acudir a las urnas para unas elecciones atípicas, con el fin de escoger al nuevo Alcalde de la ciudad. Este ejercicio democrático impone un análisis juicioso frente a la forma de proceder de nosotros, los dirigentes. Es habitual que nos oigan decir que la situación de Cartagena es insostenible y, por lo tanto, debe haber un cambio en su conducción. Sin embargo, preocupa ver que ante estos hechos, el comportamiento de algunos dirigentes que reiteramos la necesidad de que las cosas deben cambiar es muy similar al modo como lo hacen en Venezuela los jefes de la oposición al gobierno de Maduro, reunidos en el movimiento llamado Mesa de la Unidad Nacional, los cuales al igual que nosotros no son capaces de aglutinarse alrededor de un líder único.
Independiente de los resultados administrativos de Nicolás Maduro, es evidente que el partido en el gobierno actúa de forma homogénea, compacta, sólida y donde cada uno de sus integrantes cumple su papel en el propósito de preservar el modelo chavista. Mientras esto sucede, los integrantes de la Mesa de la Unidad Nacional se debaten en discusiones estériles de forma y no de fondo. Está claro que en la oposición venezolana predomina la vanidad de sus dirigentes y dejan que se diluya el único propósito: Tomar el poder para expulsar al actual presidente y ponerle fin a su gobierno.
La oposición venezolana es buena para denunciar, pero no lo es para organizarse y derrotar al gobierno. Los egos personales no les permiten alcanzar el fin supremo. Se quejan y buscan ayuda en el exterior pero adolecen de solidez y consistencia en la lucha interna.
Algo semejante acontece en Cartagena. Con ocasión a la situación que estamos viviendo, se alzan voces de protesta, nos lamentamos y censuramos el manejo de la Alcaldía que le da un grupúsculo de personas que se tomaron la administración de la ciudad. Pedimos intervención de los órganos de Control y cuando estos actúan y ponen a buen recaudo a algunos de los causantes de los males que nos aquejan, no somos capaces de unirnos para derrotarlos en las urnas. Por el contrario, nos prestamos para que algunos de sus agentes se trasladen a los barrios y con cantos de sirena coopten a los dirigentes barriales, mientras los que pregonamos el cambio de la situación, confundidos y llenos de un malsano egocentrismo, nos enfrascamos en pueriles y desgastantes discusiones personales, alejándonos del foco de atención y permitiendo que el régimen se reproduzca, con un nuevo actor como protagonista, pero repitiendo el mismo libreto.
Al día siguiente de las elecciones volvemos a la rutina en los cafés y a la zona de confort que nos brindan las redes sociales, a protestar, insultar y a señalar a los ganadores en las urnas como culpables de la situación de nuestra Cartagena. En ese momento ya es tarde y en los próximos cuatro años, mientras envejecemos, seguiremos quejándonos y señalando a los causantes de la situación miserable en que se encuentra la ciudad , pero jamás se menciona el grado de responsabilidad que tenemos los que no somos capaces de ponernos de acuerdo para derrotarlos.
Mientras la minoría hace las elecciones con plata, que recuperan con creces tomándose el presupuesto, nosotros, los que decimos que debemos hacer las elecciones de una manera transparente, no somos capaces de deponer las vanidades y egos personales para buscar un solo candidato que coyunturalmente pueda enrumbar a la ciudad hacia un puerto distinto al que nos encontramos.
Esto es con votos y para ello debemos unirnos, organizarnos y actuar. Ya ellos lo están y no temen utilizar todas las artimañas conocidas y por conocer para lograr su propósito. Basta ya.
ACTUEMOS