La memoria selectiva de Funcicar – Análisis de John Zamora

Por John Zamora (Director Revista Zetta).- Las observaciones lanzadas por el brazo cívico- político de varias poderosas empresas locales, Funcicar, contra el esquema de contratación de Edurbe son serias y fundamentadas, aunque cuestionables.

Funcicar tiene el derecho de ejercer control social al uso que se les da a los recursos públicos, al igual que cualquier otro colectivo o cualquier otro ciudadano, sean de la Alcaldía, de Edurbe o cualquier otro ente público, de cualquier ente territorial.

Pudo haberlo hecho en la Gobernación de Bolívar, Cardique, EPA, Universidad de Cartagena, en fin, pero escogió a Edurbe para montársela, y se la montó.

¿Por qué no se mete con Cardique? Por la misma razón: cada cual elige a quién montársela.

La montadera quedó anunciada en diciembre pasado cuando Funcicar publicó una especie de “memorial de agravios” titulado “Edurbe: de la quiebra a la joya de la corona”, y donde lanza un cuestionamiento meridional a los proyectos que va a controlar bajo la tutela de la “Ciudad de la Esperanza” de Sergio Londoño: ¿por qué entregarle la administración de esta cuantiosa suma de recursos públicos a una entidad con fuertes debilidades financieras, administrativas e institucionales?”

El 5 de febrero publicó un sesudo informe donde plasmó su ataque: el 99% de las obras de Edurbe se subcontrataron a dedo, y afirma que el Distrito pierde $3 mil millones por la intermediación. (https://www.funcicar.org/2018/02/05/edurbe-aspira-brazo-ejecutor-del-distrito-ha-subcontratado-todas-las-obras-99-estas-dedo/)

Desde luego, el gerente de Edurbe, Bernardo Pardo, defendió a la entidad, pero se quedó corto y Funcicar contraatacó con una demoledora respuesta titulada: “5 puntos que aclaran tus dudas: pruebas sobre nuestras observaciones a la contratación del distrito (sic) en Edurbe” (https://www.funcicar.org/2018/02/09/5-puntos-aclaran-tus-dudas-pruebas-nuestras-observaciones-la-contratacion-del-distrito-edurbe/)

El alcalde Sergio Londoño no soportó tanta presión y estalló contra Funcicar y su directora Carolina Calderón, y afirmó: “En Cartagena debemos dejar de ser policías que acaban, a ser policías que construyen”, a la par que le recordó lo que le ha repetido hasta la saciedad, y por lo que le pidió a los medios de comunicación ayudarle a hacerle entender que Edurbe no manejará el proyecto de defensa costera. (https://www.facebook.com/canalcartagena/videos/1652588361494987/).

La polémica es sana, pues la ciudadanía puede obtener insumos para labrar su propia visión del asunto, Funcicar sentirá que es importante y trascendental lo que está haciendo, el Distrito se esmerará en ejecutar con plena transparencia sus procesos, y Edurbe podrá ser lo que la entidad cívico-política la catalogó: “joya de la corona”.

Aquí podría terminar el análisis y todo bien… pero sería imperdonable no revisar los antecedentes de esa triada Funcicar-Distrito-Edurbe.

Al principio, cuando todo era caos, unos súpernobles empresarios de Cartagena, de esos que jamás ha rellenado un terreno ni evadido un impuesto, y cansados de apostarle a los políticos de turno, decidieron crear un brazo político para incidir en la democracia local y crearon Funcicar.

La entidad tuvo candidatos que apoyó abiertamente al Concejo, como lo atestiguan los avisos de página que publicó en El Universal, y también a la Alcaldía. Judith Pinedo Flórez, que fue directora ejecutiva de Funcicar, llegó años después al Palacio de la Aduana.

No obstante, algún sinsabor tuvo la entidad y dio un viraje. No apoyaría candidatos políticos directamente, sino incidiría en la política como lo está haciendo hoy, convirtiéndose en un grupo de presión mediante el control social.

¿En dónde entra Edurbe en esta historia? Para recordarlo, qué mejor que lo que dice el propio Funcicar hoy:

En un debate de control político adelantado por el Concejo Distrital el 10 de julio de 2015, el ex gerente de la entidad, Ramón David Expósito reveló que Edurbe tenía un historial de más de 150 obras inconclusas y paralizadas sin los recursos disponibles, a pesar de que el Distrito giró el 100% de los dineros; inexistencia de flujos de recursos ni de fuente fija/segura para pagar los gastos de nómina, prestaciones sociales, gastos generales, ni millonarias deudas heredadas de las administraciones anteriores; estructura administrativa y organizacional rígida e ineficiente; sistema de Información disperso, atomizado, ineficiente y ambiguo; Plan Estratégico en discordancia con el objeto, naturaleza, realidades y oportunidades.

Hoy Funcicar cuestiona Edurbe porque hace, pero no se acuerda de la época en que Edurbe no solo hizo sino deshizo: cuando el gobierno de la ciudad estaba bajo el control de Judith Pinedo (exdirectora de Funcicar) y la gerencia de Augusto Mainero.

En esos días se hizo popular el concepto de “unidad de caja”, entre otras mañas, y la entidad colapsó. Después vino el gobierno de Campo Elías Terán, que no supo qué hacer con la ciudad, menos con Edurbe; luego Dionisio quiso liquidarla, pero no pudo; más adelante Manolo quiso reanimarla pero no supo, y ahora vino Sergio, que la revivió pero sufre del “canibalismo” institucional, primo-hermano del canibalismo que carcome a los cartageneros.

Malo si el alcalde le levanta “chamba” a una entidad de Distrito para que desarrolle su objeto; malo si el alcalde la asfixia; malo si la mira, malo si no la mira.

Funcicar puede seguir empecinada en su fiscalización a Edurbe, y será saludable, pero le falta legitimidad por acomodaticia. ¿Por qué no ahonda sus pesquisas en la época en que su exdirectora fue alcaldesa? ¿Por qué escogió a Edurbe para librar esta batalla cívica y no otra entidad, como Cardique, por ejemplo? ¿qué ha pasado con las investigaciones de las “ías” sobre la oscura etapa de Edurbe en tiempos Pinedo-Mainero?

Es evidente que Funcicar tiene el particular atributo de la memoria selectiva.