Cemento sí, cerebros no  ¡Qué pendejada!– Opinión de John Zamora

Por John Zamora (Director Revista Zetta).-Hay que ver la suerte que tienen algunos planes para Cartagena. El del cemento, llamado Plan Cartagena Sostenible 2033, nació con estrella y entre aplausos. El formador de cerebros, llamado Plan Maestro de Educación, es un “embeleco”.

Hecho en Bogotá, formulado por Findeter, con la anuencia de la Alcaldía y el beneplácito cantado del Concejo, el Plan Cartagena Sostenible 2033 es lo más políticamente correcto. Veamos:

Contempla 4 líneas estratégicas (Cartagena Resiliente, Cartagena Incluyente, Cartagena Competitiva y Cartagena Gobernable), 2 macroproyectos y 97 planes estratégicos; los estudios ambientales realizados plantean un módulo de mitigación del cambio climático, un módulo de vulnerabilidad y riesgos naturales, y un último módulo sobre el crecimiento de la huella urbana. Vale $7.8 billones.

De acuerdo con este Plan, “en 2033 Cartagena será resiliente y planificada, garantizando la protección de sus recursos naturales; principal destino de turismo sostenible del Caribe; próspera y equitativa; y ejemplo de gobierno eficiente y transparente”.

Repito: “próspera y equitativa; y ejemplo de gobierno eficiente y transparente”.

Vuelvo a repetir: “próspera y equitativa; y ejemplo de gobierno eficiente y transparente”… (ja…)

Hecho en Cartagena, con la participación de 2.500 personas en tres años de construcción colectiva, el Plan Maestro de Educación tuvo como eje articulador a la fundación Mamonal, y ha sido presentado por la actual Administración como proyecto de acuerdo ante el Concejo, donde le han hecho mala cara, o por lo menos no le pusieron la misma alfombra roja que el Cartagena Sostenible.

EL PME contempla cobertura (acceso y permanencia), calidad (inclusión con equidad  y pertinencia), formación para toda la vida (desarrollo psicoafectivo, competitividad y productividad), y Gestión Educativa: (SED-establecimientos educativos), con un plan de infraestructura.

Es una política pública a 15 años, que busca darle estabilidad, constancia y consistencia al sector educativo, para que tenga una ruta definida, desligada de los vaivenes de la administración pública, es decir, un blindaje a la política de educación, para que no quede a discrecionalidad del gobierno de turno, sino que le imprima un  norte con metas claras. Vale $7 billones, de los cuales el Distrito comprometería $2.2 billones, y el complemento estaría a cargo de la Nación y la gestión ante entes internacionales, públicos y privados.

Además de ser calificado como “embeleco”, se le tilda de estar desfinanciado, pecados que no se le señalan al de Cartagena Sostenible, como si su financiación ya estuviera consignada en fiducia.

Es incontrastable que el plan del cemento es necesario. Cómo no pensar en el cambio climático y en todas las obras de infraestructura que necesita la ciudad. El problema es que van a tener que venir a ejecutarlo los marcianos, porque aquí no habrá gente educada para hacerlo. Tendremos unas hermosas estructuras de hormigón, y al lado colegios como el Fernández Baena cayéndole por pedazos en la cabeza a los pelaos. Tendremos unas hermosas nuevas avenidas, buenas para que mediocres profesores interrumpan el tráfico, como lo hacen con Transcaribe, en cada una de sus justas protestas.

No hay filósofo imberbe o pensador clásico que no ponga por encima de todo a la educación; a cada rato nos visitan iluminados conferencistas hablándonos del milagro de la educación; no hay político que no prometa una mejor educación; nos hablan de las pruebas Pisa, del modelo de Singapur, de lo que hacen en China; pero aquí en Cartagena la educación es un “embeleco”, según los propios rectores y profesores, y no hay ni un peso para financiarla, pero sí hay plata para todo lo demás que a cada alcalde y cada Concejo se le ocurra. Y como cambiamos de alcalde cada seis meses, el despelote educativo seguirá sempiterno.

Es indudable que el cemento tiene más fanaticada entre políticos y empresarios, pues reporta beneficios generales e individuales a corto plazo, mientras que la educación “devuelve” la inversión en dos o tres generaciones, y ninguno de ellos está dispuesto a esperar. ¡A la educación, como sea, hay que financiarla, menos aquí! Así es la mentalidad.

Loor para el Cartagena Sostenible 2033 y su cemento que tanto gusta; RIP para el PME, pues en Cartagena hay quienes se niegan, con mente cerrada, a nutrir cerebros y educar a nuestra sociedad. Ese es el peor de los embelecos. ¡Qué pendejada!