Quinto alcalde, Procurador ¿co-gobernante? – Análisis de John Zamora

La cuenta en el banco de sonrisas debe sobregirarse y estar provista de fondos suficientes para cuando vengan las adversidades.

Sonrisas al votar, sonrisas al conocer los resultados, sonrisas al recibir la credencial “fastrack”, sonrisas al posesionarse.

Pronto pasará la fiebre y volveremos a la realidad de una ciudad colapsada, descuadernada y dividida, donde no bastarán 18 meses para gobernar, mucho menos con la “marcación asfixiante” de un procurador adverso.

Fernando Carrillo no lo quiso como candidato, no quiso que le entregaran la credencial, y no querrá que gobierne. Eso está “cantado”.

Así que no bastará gobernar a una ciudad sitiada por dificultades, sino sumarle el poderoso peso disciplinario del procurador que se posa como espada de Damocles sobre Quinto Guerra.

El candidato conservador aprendió de los errores de la campaña anterior, cuando lo derrotó Manolo Duque, y esta vez supo administrar mejor los tiempos. Sin Manolo en el ruedo, era el único candidato que le ofrecía confianza a la clase política, que es la que vota. La alta abstención de siempre lo confirma. Así que la campaña era cuestión de carpintería salvo por el pequeño detalle del oponente no previsto: el procurador.

La batalla de Carrillo por impedir su candidatura le puso otra pizca de picante a un debate aburrido, plagado de insultos pero bajito en propuestas, y le dio una publicidad gratuita y generosa a Quinto, y hasta lo victimizó, lo que contribuyó a su fortalecimiento.

Quinto le ganó a Carrillo la primera en el Consejo Electoral y le ganó de rapidez en la Comisión Escrutadora, que le otorgó la credencial antes que siquiera llegara el escrito de solicitud de negación de la Procuraduría.

Dos escenarios de litis jurídica se avistan. Uno, el electoral, para demandar la nulidad de esa credencial con el viejo argumento de su inhabilidad, y otro, el disciplinario, pues todo lo que diga y haga, o todo lo que no diga y no haga, será motivo de causa procesal en la Procuraduría.

¿Será que tendremos a Quinto de alcalde y al procurador de co-gobernante, enviando escritos con instrucciones sobre qué hacer con las licencias de construcción, el espacio público, la política de víctimas, las minorías, la mayorías y cuanto tema se le ocurra a Fernando Carrillo? ¡Pobre de Quinto si no acata!

Pero como en todo reto hay que ver una oportunidad, Quinto está llamado a ser el mejor alcalde de todos los tiempos, el que no se puede equivocar, el que tiene que poner la casa en orden, el que no admitirá ni un milímetro de corrupción, el que  hará salir despavorida a la delincuencia, el que desinflará todos los vaticinios de mal gobierno, y el que terminará su atípico periodo… (sólo esto último ya será mucho…)