¡Huérfanos! – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).-  Si le damos un vistazo al tiempo, a los millones de años de existencia del planeta en que estamos, al inicio de la historia de la humanidad y al promedio de vida de un homo sapiens, 70 u 80 años, nuestra existencia en tiempo vivido es pírrica, no llega a la milésima de segundo, y si le agregamos nuestra orfandad en el universo pues esto hace más miserable las cuentas de nuestro existir.

En los tiempos que corren y con este lío de las redes sociales más las diferentes variedades de medios escritos, casi todos escribimos en Twitter, Facebook, Instagram etc., están también los que lo hacen para prensa escrita, que también es digital, el asunto es que casi todos mostramos nuestra mejor foto o nuestro lado fuerte, peleón o conciliador, pero son muy pocos los que lucen allí sus fotos más feas, y también muy escasos los que escriben acerca de sus miserias, si, de lo que carece, de su pobreza en cualquiera de sus manifestaciones, de lo que le duele o lo que padece. Nos mostramos fortachones, y lo hacemos porque alguien en algún momento nos dijo que de nuestras carencias y defectos no se hablaba en público, y ahí vamos, con la máscara puesta para que no se note o para que se note, lo que hay o lo que no hay, toda una verdadera desgracia.

Todo esto lo hacemos para ocultar nuestra soledad y nuestra orfandad.

Mi madre siempre fue una mujer fuerte y muy guerrera, casi que imbatible, eran pocas cosas las que podían hacerla llorar, para mi parecía casi que inmortal, se podía enfrentar a cualquier cosa y el escudo protector que emanaba cubría varios kilómetros a la redonda, si estaba ella allí nada nos podía pasar.

Pero cuando murió la madre de mi madre veía que algo se partió en su sonrisa, había perdido varios escudos y se le notaba más vulnerable, algo extraño mostraba su rostro que no entendía, y a pesar del esfuerzo que hacía por mostrarse igual que antes no lograba ocultarlo del todo, y ahora que ella no está puedo comprender muchísimo más de que se trata todo.

Me decía un amigo que eso es ley de vida, creo que más que ley de la vida hay una regla general, una realidad innegable y es nuestro escandaloso nivel de orfandad, como seres humanos, nacemos huérfanos y nos vamos huérfanos.

Para evadir esto nos agrupamos en ciudades, en grupos, en familia, porque nos sentimos solos, pero somos una unidad irrepetible cada uno, somos únicos, y aunque seamos parte de una sola especie, cuando vamos en el tránsito de la adultez a la vejez el sentimiento se convierte en realidad, es real y está allí, dentro y fuera de nosotros, lo podemos percibir y tocar, nos afecta y nos condiciona, en ese tránsito todas las alarmas se disparan, nuestra sonrisa corresponde más a la respuesta de un requerimiento social pero no de algo que brote del alma, es fugaz, y cuando la sonrisa pasa se pierde la mirada en el infinito y puede mostrar un vacío profundo que poco a poco se va apoderando de nosotros, en esos momentos es que tu orfandad te recuerda tu mortalidad, te hace ver lo frágil que realmente eres.

Es extraño pero a diario el ser humano se pregunta si estamos solos en el universo, y muy muy en el fondo sabemos que también lo estamos aquí, en nuestras ciudades apretujadas de gente, en tu casa rodeado de tu familia, si, sabes al final estas solo, eres solo tú, y ese ruido que creas con tus hijos, con fiestas, con música, con baile, con reuniones y ahora hasta con los grupos de Whatsapp es para que no te dé tiempo de pensar en eso que tanto te aterra, tu soledad y tu orfandad.

Ver nuestro sistema solar y los millones de galaxias que hay en el universo nos recuerdan la escala microscópica de nuestra existencia, que ni con los edificios y puentes gigantes  que construimos logramos aumentar nuestro tamaño, somos minúsculos e irrelevantes dentro de tanto espacio, los sabemos pero pretendemos que no y nos hemos creído que somos el centro de todo, y no somos el centro de nada.

El día que murió mi madre pude entender lo que cambio en su sonrisa el día que ella perdió a la suya, ahora comprendo la realidad de mi orfandad, ahora puedo sentirla más, aunque siempre seamos y seremos huérfanos desde que nacemos, en nuestras ciudades, en nuestro planeta, en el universo.

Como siempre allí está mi email al pie de página para los que quieran escribirme sus opiniones acerca del tema y como mucho gusto les responderé

¡Un abrazo!

Álvaro Royo Bárcenas

enchina@gmail.com

www.alvaroroyo.com

0086-13559231344