Dau el revolucionario – Opinión de Wilberto Ramos

Por Wilberto Ramos Vega (Especial para Revista Zetta).-  Muchos son los cambios que han acaecido en el escenario político de nuestra ciudad a partir de la sorpresiva elección del nuevo alcalde William Dau Chamat, un personaje bastante pintoresco y controversial que desde el mismo momento de conocerse su victoria en los comicios pasados, ha venido tomando una serie de decisiones sin precedentes, con las cuales ha marcado distancia de todos los que le han antecedido en el digno cargo.

Un primer hecho a destacar fue su convocatoria a través de redes sociales para celebrar el triunfo en la Torre del Reloj, más específicamente en la plaza de la Paz, un sitio público y emblemático que se ha ido consolidando como una especie de vitrina de las luchas sociales que se gestan en la ciudad;  un segundo hecho que considero importante señalar por la fuerza simbólica que conlleva fue la designación como primera dama a quien fungiera como su jefe de campaña, la señora Cynthia Pérez Amador, una mujer afro, de extracción humilde, residente en el barrio el Reposo, un barrio marginal de la ciudad, de esos que solamente son tenidos en cuenta por su caudal electoral; en  tercer lugar tenemos el acto de socialización de los informes de las comisiones de empalme de las diferentes Secretarías del Distrito, en el cual se expuso ante la ciudadanía la situación crítica en que se encuentra la administración, alertándonos acerca de los grandes retos que tenemos por delante y donde cada uno de nosotros estamos llamados a aportar nuestro granito de arena; vale anotar que este tipo de ejercicio debería mantenerse en lo sucesivo, con el fin de seguir fortaleciendo nuestra democracia local; un cuarto aspecto que devela el talante revolucionario del nuevo gobierno tiene que ver con la elección del nuevo gabinete, un gabinete conformado sin distingos ideológicos, por ciudadanos y ciudadanas de altas calidades académicas y éticas, sentido de pertenencia con la ciudad y sobre todo desligadas de las casas políticas que tradicionalmente se han feriado el erario de la Heroica. En este punto creo importante señalar la importancia que han de tener los funcionarios de planta del Distrito en el acompañamiento de este nuevo gabinete en la comprensión por parte de algunos de sus miembros de la maraña publica; un último hecho de trascendencia y también de mucho contenido simbólico tiene que ver con la realización de su posesión en la vía Perimetral, en el extramuros, en el territorio de los históricamente excluidos, de los expoliados, de los olvidados.

Ahora bien, si bien es cierto estos actos del alcalde han generado cierta expectativa en la ciudadanía de que las cosas pueden ser diferentes y que podemos salir del atraso en que estamos, gracias a la corrupción, el clientelismo y la reciente crisis de gobernabilidad que hemos padecido, no es menos cierto que estos actos del alcalde son solo una pequeña luz de esperanza que debe ser avivada y defendida por todos aquellos que creemos que otra Cartagena es posible.

En este sentido se ha de tener claro que la oposición va a ser recia, que aquellos que en otrora gozaban de dos o tres secretarías desde las cuales se despachaban sin ningún pudor, van a hacer todo lo posible por recuperarlas y que para ello cuentan con ciertos funcionarios corrompidos y aliados en los entes de control que hasta ahora han patrocinado la impunidad de sus múltiples sinverguenzuras y que muy seguramente se prestaran para iniciar una verdadera cacería de brujas contra la nueva administración.

Cartageneros, hoy por hoy tenemos una gran oportunidad de forjarnos una nueva realidad como ciudad y como ciudadanía, las cadenas se han roto, como pregona efusivamente el Alcalde, pero esta arenga sin una voluntad decidida de la ciudadanía de defender en las plazas y en las calles lo conquistado en las urnas, no será más que una simple quimera.

Como dice el viejo proverbio, amanecerá y veremos, ojalá podamos declamar con voz en cuello aquella famosa estrofa del Tuerto López: “Pues ya pasó, ciudad amurallada, tu edad de folletín… Las carabelas se fueron para siempre de tu rada…”