Una tradición de mil años – Opinión de Álvaro Royo desde Xiamen

Por Álvaro Royo (Especial para Revista Zetta).- (Xiamen – China).- Como hoy en Cartagena es domingo de resaca he querido escribir sobre una tradición que si bien se acabó por allá en los años 50 del siglo XX, formó parte de la vida diaria en China por casi mil años y no deja de causar escalofrío solo de saber que mujeres fueron sometidas a esta tortura que tenía rango y daba status social.

Historia

La leyenda cuenta que por allá en el siglo X el emperador Li Yu mandó a vendar los pies a su concubina favorita para ponerla a bailar sobre una mesa que tenía esculpida una flor de Loto, luego las bailarinas del palacio imperial continuaron con la tradición de vendarse los pies para aumentar la gracia al bailar y resaltar la belleza de estos. Esta práctica se fue dando a conocer y luego se popularizó en todas las clases sociales y ya en el siglo XVl todas las mujeres chinas la tenían como una práctica habitual

Lo que en un principio fue para realzar los movimientos y hacerlos más graciosos, con el tiempo se fue usando para todo lo contrario, para limitar los movimientos de las mujeres y  consolidar los principios confucianos que eran la virtud, la maternidad, la vida doméstica y el trabajo manual; ya luego era imprescindible que toda mujer para aspirar a un buen marido debía tener pies de Loto, pero no solamente esto, para que estos fueran una obra de ate y objeto de deseo debían tener no más de 7 centímetros de largo, ser puntiagudos,  arqueados, suaves y simétricos.

¿Desde cuándo?

El momento para iniciar este proceso, que debía comenzar desde la infancia, se decidía mediante una consulta astrológica y en ese preciso momento la madre le cortaba las uñas de los pies a la niña para luego fracturarle el hueso de los cuatro dedos menores,  vendarlos y presionarlos contra el talón con una mezcla de hierbas y sangre de animal para evitar infecciones; esto causaba un dolor insoportable pero debía hacerse hasta que el nervio muriera y ya no sintiera dolor. Esta venda se debía cambiar por unas limpias cada dos días y repetir ese proceso durante diez años.

Durante los dos primeros años el dolor no cesaba y ya el pie podía medir 10 centímetros pero había que continuar con el proceso y apretando más hasta que el pie finalmente midiera 7 centímetros. La medida ideal

¡Para que no te escapes!

No debía ser muy buen negocio el vendar los pies a tu hija en la casa ya que no podría ayudar con las labores domésticas, además que sus movimientos iban a ser bastante limitados en una época donde caminar era básico para llevar una vida normal. Pero todo esto pasaba a un segundo plano al saber que con los pies vendados podrías aspirar tener un marido y una familia.

Aunque era considerado un punto de feminidad, sensualidad y belleza dentro de la tradición china, hay serios indicios históricos de que el fin último era limitar los movimientos de las mujeres ya que estas, al tener los pies atrofiados, no podrían ir muy lejos de casa, siempre estarían allí y nunca podrían escaparse por muy mal que la trataran, ya que solo podría caminar unos cuantos metros fuera de casa.

Si no tenía los pies vendados era porque la familia era muy pobre que no podía darse el lujo de limitar sus movimientos, ya que tenía que trabajar, por eso los pies vendados eran símbolo de estatus y de una posición social alta.

¿Hasta cuándo?

En el año de 1911 se prohibió oficialmente en China esta práctica, pero como toda tradición, la gente siguió haciéndolo y no fue sino hasta el año de 1957, ya con el Partido Comunista en el poder, cuando se comenzó a judicializar y a perseguir a quien la practicara y marcó el fin de esta tortura milenaria

 

¡Un abrazo!

Alvaro Royo

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