Lapidado por andundero – Análisis de John Zamora

Mientras estuvo en la Gobernación de Bolívar y luego como director de Distriseguridad, el capitán retirado Víctor Arango fue un funcionario convencional, sin notas descollantes ni bemoles, con la camiseta puesta…

… hasta el 24 de septiembre pasado, cuando asistió a la tradicional celebración de la fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes en la cárcel para mujeres de San Diego.

Es tradición que ese día en muchos centros penitenciarios del mundo, se organicen visitas y actos culturales para las personas internas, y en Cartagena es habitual que allí se organicen reinados, exposiciones de artesanías y actividades similares.

De las muchas fotos y videos que quedaron de esa celebración, dos tuvieron un despliegue híper mediático y en redes sociales: el video de Liliana Campos, alias La Madame, bailando salsa con uno de los artistas invitados, y otra de la misma Madame en momentos en que Víctor Arango se tomaba una “selfie” con ella.

La señora Campos está privada de la libertad como consecuencia de un proceso adelantado por la Fiscalía, relacionado con explotación sexual de menores de edad. Desde su captura, los últimos días de julio, es una celebridad en medios y redes, que reconstruyeron su historia, y la satanizaron. Aunque está claro que tiene negocios de meretrices, no le han probado hasta ahora que alguna de sus pupilas sea menor de edad. Los memes, chistes, chismes y rumores sobre la Madame abundan, en este nuevo mundo donde la verdad es rehén de la mentira.

El capitán Arango tuvo la ingenuidad de correr a su lado, pedirle una selfie, y posar como si estuviera al lado del Pibe Valderrama. Pudo haberse tomado fotos con las demás reclusas, con los demás visitantes, pero la foto con la Madame dejó sellado su destino.

Aunque la Justicia apenas la procesa y se debe presumir su inocencia, el señalamiento de la Fiscalía la condenó ante el público y su imagen quedó asociada a la trata de jovencitas, al turismo sexual con menores de edad, dos batallas sensibles que libran nuestras autoridades. Tomarse una foto con alguien de esa connotación, es de una ingenuidad asombrosa.

La imagen fue el 24 de septiembre, pero este 8 de octubre le pasó factura. El funcionario tuvo que renunciar para ponerle fin a la ya habitual lapidación de medios y redes, en este hipócrita nuevo mundo de Catones de la moral, donde violar, matar y quemar a una niña como Génesis no te hace vedette, pero sí una foto con quién no debes.

Que se sepa, Arango no conocía a la Madame de antes, sino la vino a ver ese día, solo estuvo un instante de andundero tomándose la selfie, y después no la vio más. Pero la recordará siempre. Bastó ese momento para que durante quince días le amargaran la vida, y le quedará claro de ahora en adelante que hay un nuevo código disciplinario impuesto desde Bogotá por medios y redes sociales.

A los certificados de la Contraloría, la Procuraduría o la Policía, los funcionarios de hoy deben acompañar un salvoconducto de buen comportamiento y buen pensamiento emitido por alguno de los directores de esos medios bogotanos.

Con solo un juicio moral que emitan, podrá una Vicepresidente pronunciarse y descalificar al reo mediático.

Arango lo comprobó de manera demoledora. Tras comentarios en micrófonos de una cadena bogotana, dos trinos de Marta Lucía Ramírez, la tutora que el presidente Duque le puso al alcalde Pedrito Pereira, fueron suficientes para sacarlo del cargo. Para que vea el procurador Fernando Carrillo que no es el único que quita y pone funcionarios en Cartagena.

La lapidación ha sido desbordada e injusta, pero eso le pasa por andundero.