La institutriz – Opinión de John Zamora

Opinión de John Zamora (Director de Revista Zetta).- Las sabias abuelas decían: ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre, lo que aplica perfectamente para la vicepresidente Marta Lucía Ramírez y su tutoría sobre la administración del alcalde Pedrito Pereira Caballero.

A mí me daría mucha “jartera”, como dicen en cachacolandia, que una chaperona esté a toda hora encima de mis actuaciones, vigilando como suegra la visita del novio a la hija.

Por virtud de un encargo presidencial, la vicepresidenta quedó designada como institutriz de Pedrito, quien tiene que “mamarse la galleta” de tener metido en su Despacho a un agente vicepresidencial, de rendirle cuentas a Funcicar más que a la ciudadanía o a la Procuraduría, o de comprometer su agenda cada vez que la señora le da por supervisar personalmente lo que aquí sucede.

También en lo político causa urticaria que el Centro Democrático sea el partido de facto en el gobierno, desplazando al partido Conservador que ternó a Pereira Caballero. Aunque la vicepresidenta es de origen azul, su vicepresidencia para Cartagena está plagada de compañías uribistas que a punta de “ejercicios de estrategia” y metodologías similares, sea el que esté “tirándole línea” al gobierno distrital. ¿Acompañamiento o co-gobierno?

La vicepresidenta debería dejar de mortificar tanto con su inquisidora actitud, y pasar a la acción: traer proyectos, obras para la ciudad, poner billete, asignar presupuestos. De momento, todos los grandes proyectos son los que venían del gobierno anterior, si, de Juan Manuel Santos, y todavía Cartagena no le debe nada al gobierno Duque. ¿qué tal recuperar el canal del Dique, o salvar de verdad la Popa, o darle agua potable y alcantarillado a los corregimientos insulares?… solo para entusiasmarla.

Desde luego, hay motivos para la desconfianza. Todo lo que ha pasado en Cartagena en los últimos siete años, con tanto escándalo, explica que haya una vigilancia especial para la administración. Eso lo sabe Pedrito, quien asumió una responsabilidad con todas esas prevenciones. Pero también es cierto que fue el que escogió el Presidente Duque para conducir la ciudad. ¿Acaso lo designaron por corrupto o por incapaz? No. Todo lo contrario, y por eso el gobierno nacional debe hacerle homenaje a su decisión y darle un espaldarazo a la gestión del alcalde, sin la incómoda traba de una institutriz de mirada dura, que mucho jode y poco aporta.